Las reverberantes jornadas de protesta ciudadana que está viviendo Colombia a partir de la convocatoria del Paro Nacional del pasado 28 de abril, han vuelto a poner de presente la presencia y el liderazgo de la mujer como protagonista en el proceso de transformación social que enhorabuena, no obstante, los diversos obstáculos, se viene gestando en el país de tiempo atrás.
Este Paro Nacional, en cuanto al ámbito de género, ha posibilitado evidenciar no solo la crítica realidad de mujeres y niñas agravada por la pandemia del Covid-19 sino que, adicionalmente, ha logrado enriquecer el debate respecto de su rol fundamental frente a temas como la política de cuidados y la economía feminista.
En efecto, la crisis que viene afectando al mundo desde marzo de 2020 ha impactado negativamente a Colombia y a la realidad social de la mujer, por cuanto empeoró las desigualdades de género, incrementándose el nivel de riesgo ante diversos tipos de violencia, registrándose además, una mayor pérdida de empleo en el ámbito femenino ante la necesidad de atender las tareas y cuidado en los hogares, aunque también ha logrado dimensionar su capacidad de acompañar los procesos de cambio social y su compromiso en el desarrollo de una nueva economía.
La amplia participación de mujeres de todas las edades en las jornadas de protesta que se vienen dando en toda la geografía nacional, dan cuenta de su empeño por conquistar espacios que permitan elevar las condiciones de vida de los colombianos a partir de la justicia social y de género.
Ante una realidad social que se ha tornado insoportable, los movimientos sociales y de mujeres han logrado posicionar temas como la participación en política, economía feminista y el tema de los cuidados en la agenda pública y en el debate académico, enriqueciendo la discusión ciudadana en el país.
Estos temas necesariamente están permitiendo ampliar el debate en torno a la representación paritaria de la mujer colombiana en política, ante las tradicionales concepciones y prácticas patriarcales y machistas imperantes, el modo de producción familiar, el trabajo doméstico, la reproducción y producción y la división sexual del trabajo entre otros tópicos. Ya en Colombia se comienza a reflexionar sobre aspectos que están al orden de día en ámbitos sociales y académicos, como lo son la ampliación de las relaciones de género como elemento fundamental del sistema socioeconómico, la cuestión redistributiva (no solo de la riqueza, también del trabajo y del tiempo); la sostenibilidad de la vida y la transformación de la realidad en un sentido más igualitario.
Recientes estudios académicos dan cuenta de que los aportes de la economía feminista han puesto en evidencia la tensión entre la generación de beneficios a costa de la destrucción de la naturaleza y la explotación de los seres humanos, y de otro lado, permiten tomar conciencia ciudadana sobre los alcances del cuidado y sostenimiento de la vida.
Además, se plantea que la emancipación de las mujeres no es solo un asunto de financiación económica; reconocer es diferente a remunerar o pagar un salario. Si bien la economía feminista considera fundamental la incorporación del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado al análisis económico, cuestionando con ello la visión tradicional economicista relacionada exclusivamente con lo que se intercambia en el mercado, lo que busca es su valoración social, hacer visible su aporte a la economía y al sostenimiento de la vida.
En las últimas décadas Colombia ha alcanzado importantes conquistas en lo atinente a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, aunque aún hay brechas relevantes por reducir. El actual momento de movilización social que vive el país como consecuencia del hastío social y popular ante el prolongado proceso de despojo y desconocimiento de los derechos fundamentales de que es víctima la sociedad en su conjunto, es una oportunidad propicia para reflexionar sobre la necesidad imperiosa de generar cambios enfocados a disminuir las desigualdades de género y lograr reformas sustanciales en aras del cambio social que claman los colombianos.